Nuestra sociedad se enfrenta a un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad, el envejecimiento de la población que nos enfrenta a nuevas situaciones que debemos resolver con celeridad y creatividad. Una de ellas es el abordaje de la violencia y maltrato a las personas mayores. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha denominado como una de las formas de violencia más ocultas. La lucha contra los malos tratos a personas mayores es una tarea de todos.

En la vida cotidiana, tanto en el entorno laboral como familiar, podemos estar frente a situaciones reales, o situaciones de riesgo, en las que alguna persona de edad avanzada puede padecer maltrato. Estamos inmersos en una cultura de violencia y ésta se manifiesta en todos los ámbitos: comunitario, institucional y familiar, afectando especialmente a las personas más débiles y vulnerables. La violencia no entiende de cultura, de clases sociales, de género, de raza y, ni por supuesto, de edad. Los expertos vaticinan un gran incremento de las situaciones de maltrato, motivado esencialmente por el envejecimiento progresivo de la población y su repercusión en las situaciones de dependencia funcional. Así mismo, los cambios sociales y culturales incrementan la discriminación y la baja tolerancia, haciendo emerger el problema social y de salud que es, en definitiva, la violencia hacia los mayores.

Definir el maltrato a personas mayores es un ejercicio multifactorial (aspectos culturales, tradicionales, valores y normas sociales, etc.). Muchas definiciones incorporan el concepto de violencia, así pues, centran su atención en el abuso de poder hecho desde una posición de confianza. No obstante, consideramos que el concepto de maltrato es mucho más amplio.

Los diferentes tipos de maltrato a personas mayores pueden agruparse en las siguientes:

  1. Físico: Utilización de la fuerza física, la cual puede ocasionar heridas corporales, dolor y un deterioro en la salud. La utilización de restricciones físicas en mayores atenta contra las bases fundamentales del cuidado y como consecuencia, se consideran una forma clara de maltrato físico y psicológico.
  2. Psicológico: Consiste en ocasionar dolor, angustia, pánico o terror mediante actos verbales o no verbales, como las amenazas, la humillación, los insultos, la instigación y la intimidación. La infantilización de las personas mayores tiene una gran relevancia por ser una práctica muy extendida y ser aceptada por la sociedad.
  3. Abuso sexual: Tener un contacto sexual con una persona anciana sin obtener su consentimiento. Los atentados contra el pudor tales como los tocamientos o la pornografía estarían aquí incluidos.
  4. Explotación financiera o abuso económico: Es la utilización abusiva o ilegal de los bienes e inmuebles propiedad de la persona mayor.
  5. La negligencia: Comportamiento nocivo, intencionado o no, por parte de una persona que esta obligada a cuidar a la persona mayor. Puede ser activa o pasiva.
  6. La autonegligencia: Comportamiento de una persona mayor que amenaza la propia vida o su salud. Se excluye en esta tipología aquellas personas mayores competentes (con capacidad mental), que optan, por decisión propia, a cometer actos que amenacen su seguridad.
  7. Abandono: Cuando una persona, encargada de prestar cuidados y atención a un mayor o de asegurar su atención física, lo abandona. Es la claudicación total.
  8. Vulneración de derechos: Incluye los derechos elementales que no están contemplados en el resto de tipologías. En este sentido, hablaríamos de agresión, privación o no reconocimiento de los derechos fundamentales como tales como dignidad y respeto, intimidad y confidencialidad, participación, libertad de elección y derecho a ser cuidado.

Todos estos tipos de maltrato descritos se pueden producir tanto en el ámbito familiar (doméstico), como en el institucional (residencias, hospitales, casas de convalecencia, centros de día, etc.).

Fragmento del artículo publicado por Infocop On-line. Accede al artículo completo.
Foto: Clara Manzano para la revista Lanza Digital.

IL3

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  • Esta situación no es más que un claro ejemplo de la pérdida de principios y valores, sino hubiera sido por nuestros abuelos, nuestros padres no hubieran nacido y obviamente tampoco nosotros... y digo esto de una manera obviamente redundante por el simple hecho de que no valoramos o no nos damos cuenta de que no estamos respetando nuestro propio árbol genealógico y por ende tampoco estamos respetándonos a nosotros mismos sin darnos cuenta...

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