Actualmente los pacientes crónicos cada vez tienen más presencia y necesidad de atención en todos los niveles asistenciales, donde es frecuente el uso de terminología específica relacionada con la cronicidad, no siempre utilizada de forma óptima y conviene conocerla. A continuación exponemos un resumen de algunos conceptos clave para aportar un poco de luz en la temática.
La Pluripatología hace referencia a pacientes con varias enfermedades crónicas sintomáticas con potencial de desestabilización, y dificultad de manejo, mientras que la Comorbilidad son las distintas enfermedades que acompañan a una patología principal.
Un grupo de trabajo de SEMI, semFYC y FAECAP (2013) recomienda diferenciar los términos paciente pluripatológico y multimorbilidad. El Paciente Pluripatológico haría referencia al paciente con presencia de dos o más enfermedades crónicas con riesgo elevado de deterioro funcional, mientras que la Multimorbilidad se sugiere para la presencia de dos o más patologías crónicas compensadas, sin riesgo de deterioro clínico.
Un grupo de trabajo de la American Geriatrics Society (2004) define la fragilidad como “Declinar generalizado en múltiples sistemas fisiológicos (principalmente, aunque no sólo, musculoesquelético, cardiovascular, metabólico e inmunológico), cuya repercusión final lleva a una agotamiento de la reserva funcional del individuo y mayor vulnerabilidad de desarrollo de múltiples resultados adversos que incluyen discapacidad y dependencia”
Rockwood (2005), critica esta definición porque se inclina excesivamente sobre la fragilidad física y no contempla otros factores (principalmente cognitivos, sociales y de adaptación al entorno) que también podrían ser relevantes en la predicción de resultados adversos. Así, los autores que apoyan esta visión más global de la fragilidad la definen como “Situación de disminución de la capacidad de respuesta ante los posibles agentes generadores de estrés, incluyendo factores fisiológicos, clínicos, funcionales, psicológicos y sociales”
El abordaje clásico de la fragilidad se ha realizado desde un punto de vista de síndrome, y el modelo de Fried es un buen instrumento para el cribado poblacional. El fenotipo de Fried incluye los siguientes dominios: pérdida de peso, disminución de la fuerza física, pérdida de energía, dificultad en la marcha y baja actividad física.
PCC es un término emergente que viene utilizándose en los últimos años, que viene definido por un determinado perfil de presentación de la cronicidad, que suele ir asociado a la presencia de enfermedades crónicas concomitantes, la sobreutilización de recursos sanitarios, la polifarmacia y otros problemas asociados, como deterioro funcional o problemas sociofamiliares. Tiene una prevalencia aproximada del 3-4% de la población. Las organizaciones sanitarias de los países desarrollados están orientando su atención a estos pacientes de forma proactiva. En España las comunidades autónomas también están introduciendo estrategias para la atención de estas personas. En el modelo catalán de atención a la cronicidad se diferencia además otro subgrupo de pacientes denominado MACA, que hace referencia a los pacientes con Enfermedad crónica avanzada. Éstos, tienen un perfil clínico equivalente a los PCC, aunque con afectación clínica de más gravedad, con un pronóstico de vida más limitado, y por tanto, con una orientación más dirigida a la atención paliativa y la planificación de decisiones anticipadas, sin tratarse de pacientes terminales.
Atención basada en el trabajo conjunto entre los diferentes profesionales, y ámbitos asistenciales que atienden a las personas, cuidadores y las familias para unificar de forma proativa la planificación, la gestión, la clínica y la provisión de los servicios, priorizando los aspectos fundamentales de cuidado que necesita la persona.
Definición del Pla Interdepartamental de atención e Interacción Social i Sanitaria (PIAISS) de Cataluña: “Atención que pone a la persona en el centro del sistema, con el objetivo de mejorar su salud, calidad de vida y bienestar, respetando su dignidad y derechos, así como sus necesidades, preferencias, valores y experiencias y contando con su participación activa como un igual en la planificación, desarrollo y evaluación del proceso de atención.”
La implementación de la ACP comporta:
Proceso deliberativo y estructurado mediante el cual una persona expresa, de acuerdo a sus valores, deseos y preferencias, en colaboración con su entorno afectivo y su equipo sanitario de referencia, cómo querría que fuese la atención que ha de recibir ante una situación de complejidad clínica o enfermedad grave que se prevé probable en un plazo de tiempo determinado y relativamente corto, o en situación de final de vida, especialmente en aquellas circunstancias en que no esté en condiciones de decidir.
No es un término sinónimo al de PDA, aunque sí están relacionados y son complementarios. En el DVA es la persona en plena capacidad, quien redacta el documento con apoyo o no del profesional, en la que expresa su voluntad, de acuerdo a unos requisitos legales, en cuanto a orientaciones a seguir en el caso de que se encuentre en una situación que no pueda expresar su voluntad por situación sanitaria o de enfermdad.
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