El necesario contacto con la realidad para entender cómo abordar la violencia familiar

9 noviembre 2015

En el campo de los servicios asistenciales la práctica es, sin duda, una pieza clave para garantizar el buen ejercicio profesional. Así lo confirman Marta Plana y Sílvia Mas, ex alumnas del Máster en Prevención y Tratamiento de la Violencia Familiar, un programa que combina la flexibilidad de la formación online con el imprescindible contacto con la realidad que demandan los casos de violencia familiar: 37 convenios con más de  90 centros y programas de atención a la infancia, la pareja y las personas mayores a disposición de los alumnos del programa.

Violencia familiar

“Tuve mis dudas sobre si apostar por una formación no presencial, principalmente, porque considero fundamental el poder intercambiar puntos de vista con los docentes”, explica Marta Plana. “Sin embargo, además de encontrarme con la grata sorpresa de un programa online pero estrictamente pautado, lo que favoreció mi formación, la comunicación con el profesorado fue siempre muy fluida, ayudándome a comprender y a integrar los nuevos conocimientos”.

Tanto para Marta, que cursó la carrera de criminología, como para Sílvia Mas, trabajadora social, la necesidad de especialización en el área de violencia familiar fue el motor que las empujó a decidirse por una mayor formación. La posibilidad real de prácticas en instituciones de primer nivel que ofrece el Máster fue, para ambas profesionales, lo que marcó la diferencia de su decisión por IL3-UB.

“Las prácticas que realicé fueron fantásticas, de hecho, es dónde más he aprendido en toda mi carrera”, comenta Marta, quien estuvo colaborando con los Equipos de Atención a la Infancia y Adolescencia (EAIA) del departamento de Bienestar y Familia de la Generalitat de Catalunya. Para Sílvia, el entender la dinámica de funcionamiento de la administración pública fue un aprendizaje fundamental, que tuvo su inmediata aplicabilidad en la posibilidad de participar en la mejora del servicio no como mera espectadora, sino como una profesional más del equipo: “Mi labor consistía en realizar un estudio de valoración de un programa que estaba implementado la Dirección General de Atención a la Infancia i Adolescencia (DGAIA). Las propuestas de mejora que sugerí en el marco de mis prácticas están siendo hoy aprovechadas por la organización”, detalla.

La formación del Máster ha sido clave para mi desarrollo profesional pero también como persona, no tanto por los conceptos aprendidos sino por la experiencia enriquecedora de las prácticas”, reflexiona Sílvia. “Por sobre todo, aprendí a trabajar en equipo”, añade Marta. “Gracias a las prácticas he podido comprobar que uno no se encuentra jamás sólo delante un caso. Sin duda ha sido una experiencia muy útil para desarrollar mi trabajo actual. Hoy me enfrento al día a día de mi profesión con seguridad y eficiencia”, concluye.

El Máster en Prevención y Tratamiento de la Violencia Familiar ofrece 37 convenios de prácticas con más de 90 centros y programas de toda España. El objetivo garantizar una formación altamente profesionalizadora que responde a los retos reales que se plantean en este ámbito de trabajo. Gracias a este enfoque, los profesionales que cursan el programa de Il3-UB, entre otras competencias, están en condiciones de:

  • Generar, explotar y evaluar nuevas propuestas e ideas creativas para las instituciones donde trabajan.
  • Comunicar sus argumentaciones, aportaciones o conclusiones sin ambigüedades.
  • Saber analizar las demandas y las necesidades de personas, grupos o comunidades en diferentes contextos.
  • Adquirir habilidades para detectar con diferentes instrumentos situaciones de violencia contra mujeres, niños o adolescentes y personas mayores.
  • Diseñar, planificar y desarrollar intervenciones preventivas en violencia familiar.

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