Lo que los políticos actuales deberían aprender de la Inteligencia Emocional

¿Por qué las competencias emocionales son básicas para la vida, para la convivencia y para la construcción del bienestar?

En los debates de las campañas electorales de finales de 2015 se ha hecho claramente visible un comportamiento por parte de la mayoría de candidatos caracterizado por: pisar la palabra al otro y no escuchar. En algunas ocasiones, esto ha sido motivo de preocupación visible y manifiesta por parte del moderador o moderadora que se sentía impotente ante la imposibilidad de regular un diálogo en el que se respete el turno de palabra.

Cuando una persona interviene sin dejar terminar a la que está hablando, pisándole la palabra sin control, suele ser debido a un comportamiento impulsivo originado en las emociones que uno no regula de forma apropiada. Lo siento porque sé que esto no va a gustar. La impulsividad nos limita la capacidad de atención y escucha a lo que dice la otra persona. Lo que dicen los demás no nos interesa, no escuchamos, no prestamos atención.

Desgraciadamente esto se puede observar en programas de radio y televisión, donde a veces hay incluso personalidades de reconocido prestigio que al hablar varias al mismo tiempo hacen imposible la comprensión del mensaje por parte del espectador.

A veces esta impulsividad llega hasta el insulto y la descalificación del adversario o del que no piensa como yo, haciendo inviable el diálogo. No voy a decir nada nuevo si afirmo que esto es muy habitual en las aulas de cualquier nivel educativo, donde las palabras más repetidas por parte del profesor o profesora son: silencio, escuchad, atención y otras similares. Tener que mendigar silencio, capacidad de escucha y respeto son comportamientos habituales de moderadores y educadores.

Estos comportamientos se producen cuando la impulsividad supera la capacidad de regulación emocional. La impulsividad es la manifestación de la emoción que nos domina. La regulación emocional es el paso previo para controlar la impulsividad.

Nadie nace con capacidad de regulación emocional y control de la impulsividad. Y ambas son indispensables para poder permanecer en silencio, prestar atención, escuchar, respetar el turno de palabra, y como consecuencia comprender el punto de vista del otro, aprender los unos de los otros y poder llegar a acuerdos que hagan posible la construcción conjunta del bienestar, a pesar de la diversidad de opiniones. Porque cada uno tiene su propia opinión y su particular forma de percibir la realidad; en gran medida mediada por sus emociones.

Siendo esto esencial para la convivencia, en general no está presente de forma eficiente en la práctica educativa y en las relaciones interpersonales en situación de diversidad de opiniones o de conflicto. En un sistema educativo centrado en lo cognitivo y la adquisición de conocimientos, no tienen cabida las competencias emocionales: conciencia y regulación emocional, control de la impulsividad, tolerancia a la frustración, asertividad, empatía, capacidad de estar en silencio, prestar atención y escuchar, etc. Esto son competencias básicas para la vida y para la convivencia, que deberían estar presentes en la práctica educativa. Pero al no estarlo, se tienen que adquirir fuera de la educación formal. De lo contrario nos podemos encontrar con situaciones complicadas de gestionar, que requieren una gran capacidad de negociación por la diversidad de opiniones y matices, donde cada uno expresa su punto de vista con tanta impulsividad que dificulta poder escuchar y respetar la palabra y el punto de vista del otro.

Esta situación debe llevarnos a un proyecto de futuro de largo alcance. La demarcación entre razón y emoción es algo del pasado. Esto afecta a la educación y formación de adultos. Afecta también a la política, a las organizaciones y a la sociedad en general. Necesitamos desarrollar competencias emocionales, entendidas como competencias básicas para la vida, para la convivencia y para la construcción del bienestar.

IL3

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  • Suena a broma, pero en realidad que les falta y no sólo trabajar la inteligencia emocional,sin embargo no es sólo trabajo de ellos durante la lucha política por el poder de una sociedad,si no también de los ciudadanos que eligen al representante que también se encargará de enseñarles a no desarrollar esa inteligencia y por el contrario fomentará el mecanicismo de la vida, aumento a la productividad laborar y descuido de sí mismo,de la familia y pareja.

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