Ser usuario de la PNL significa completar conscientemente tu natural apertura al cambio, cultivando el hábito básico del aprendizaje y manteniendo tu continua curiosidad por saber. Al decir «natural» es a lo que literalmente me estoy refiriendo: un proceso de aprendizaje con las etapas originarias propias del ser humano, ese que se reconoce cuando experimentas un cierto deleite al comprobar que estás desarrollando vivencias sensoriales y mentales internas, que van contribuyendo a que vayas expresando tu sabiduría adquirida como resultado de haber pasado por tu propia experiencia subjetiva.
Estamos en un momento interesante en que el individuo va adquiriendo una conciencia más amplia y más profunda de sí mismo, («Individuación» sic. C.G.Jung, 1875/1961), descubriéndose cada vez con mayor firmeza como alguien único y responsable de su destino. Esto va calando en las nuevas generaciones: uno se ve ante el reto de conocerse a sí mismo, a cómo utilizar sus propios recursos, lo que quiere conseguir, con quien quieren contar (y con quien no) para lograrlo y compartirlo, así como saber cómo está influyendo en el mundo que le rodea. Ante este nuevo paisaje, el ser humano se va revelando como creador de su propia vida, y, curiosamente, está restableciendo los clásicos valores rescatados del mundo del arte, concretamente la Ética y la Estética, unidas como un todo,- puesto que no funcionan por separado-, y al hablar de ética no es posible desligarla de la estética, de tal modo que: lo que es verdaderamente bello no puede ser no ético, y lo que es realmente ético no puede ser no bello. (I.Kant, 1724/1804). La estética es la manifestación externa de tu mundo interior, la ética es el cimiento filosófico que le da sentido a ese mismo mundo interior tuyo.
Quien pretenda utilizar la PNL sin estos requisitos estará siendo más o menos hábil en el arte de la manipulación, pero no será PNL, esa que se refrenda con estas dos premisas: a) «Ser el Mensaje», apelando a la congruencia, y b) «Dejar al otro mejor que te lo dejaste» , puesto que todo cuanto hacemos afecta a la convivencia y, nos guste o no, siempre vamos a estar implicados en la inevitable tarea de contribuir a los cambios del mundo que nos rodea, mostrando cuales son nuestros principios y valores, ostentando nuestras prioridades y, por consiguiente, nuestro nivel de autoconciencia.
Ante esta innegable evidencia, de que estás expuesto al mundo, se hace imprescindible saber manejarse con dichos valores. La Ética y la Estética son inherentes y asignan la máxima expresión de libertad, de conocimiento y sentimiento hacia el/lo otro, de respeto por lo que nos rodea, nos facilita la comprensión de la naturaleza de lo que en PNL llamamos «Intención positiva». Y es que ya no es suficiente que sea «positiva», ahora la atención va más allá encontrándose de bruces con la naturaleza de la misma. Podemos explorar tres tipos de naturaleza de la intención: primero que sea impulsada por temor, por miedo, entonces tu acción tendrá los tintes tóxicos de «culpar/castigar». La segunda se expresa desde lo que «quiero conseguir de ti/quiero que me des…» mostrando dependencia del reconocimiento de los demás y carente de lo más esencial de tu ser que es confiar en ti mismo. Y la tercera, la que mejor defiende las dos premisas de la PNL expresadas más arriba, que se sostiene con el pensamiento de «Dar lo mejor de mi», (no todo, ni todo lo mejor, sino justo lo que el momento requiere de mi), entonces puede que te sorprendas descubriéndote con cuánto de «mejor» tenías oculto que no estabas al corriente.
La unidad Ética/Estética te abre las puertas para que puedas percibir si lo que estás haciendo está bien o mal, no tanto en función de lo legal (puede ser legal pero no ético), sino en función de las consecuencias que vas a generar cuando tomes tus decisiones, de qué manera va a afectar al otro y, esencialmente, en quien te conviertes actuando así, sabiendo que eres totalmente responsable de tus gestos y de tus acciones, aún cuando el estar posicionado en lo alto de un organigrama te conceda cierta impunidad. Así como el hábito no hace el monje, el título/status no te hace sabio.
Aquellos que ya han pasado por algún nivel de formación de PNL ha podido descubrir que tiene la virtud de la universalidad, cada persona que habita este planeta corresponden a esta forma natural de aprender a manifestarse e influir en el mundo. Por ese motivo es sumamente efectiva en todo tipo de relaciones y actividades en las que las personas han de tratar con personas. La PNL es un código de comunicación eficaz que allana los caminos y lima las dificultades comunicativas, elimina los virus mentales y aleja a las personas tóxicas, ya que utiliza el lenguaje desde un nivel neurológico superior, la Identidad, que comprende a todos los demás, cimentado, intrínsecamente, en la alianza holística: Ética/Estética.