La reeducación de los jóvenes como prevención de la violencia machista.

Entrevistamos a Antoni Soto, exalumno del Postgrado en Detección e Intervención de la Violencia Familiar. Antoni es Psicólogo especialista en violencia machista y Acoso Infantil y Juvenil y hemos querido que nos cuente más acerca de su proyecto de final de Postgrado donde trata la Violencia Machista al que ha llamado «Dimonis disfressats d’amor».

 

¿Cómo nace la idea del proyecto «Dimonis disfressats d’amor»?

El proyecto Dimonis disfressats d’amor nace como fruto del Trabajo de Final del Postgrado en Detección e Intervención de la Violencia Familiar. Un Enfoque Interdisciplinario. Mi trayectoria profesional me había dado la oportunidad de aprender de muchas alumnas que sufren maltrato por parte de sus parejas, durante la adolescencia y que, a menudo, queda oculta bajo pretextos de los mismos padres y madres. En algunas ocasiones, a parte de la propia autoinculpación de la menor, madres y padres han justificado algunos actos como peleas de novios, el hecho de ser jóvenes o “estar enamorados”.

¿Qué quiere decir están enamorados? Bajo esta idea muchos adultos (y menores) todavía piensan en falsas creencias del amor romántico, como “quien bien te quiere te hará llorar” o “los que se pelean se quieren”.  El problema es que recibimos muchos estímulos del exterior que hacen que romper con todas estas ideas sea muy complicado. Películas que idealizan las relaciones sentimentales y que acaban provocando en muchas ocasiones frustración.

Cuando inicié el desarrollo de mi proyecto, tenía claro que no podía quedarse únicamente en un documento escrito, en una estantería llenándose de polvo y que con el paso del tiempo se olvidase. Para mí, este proyecto es un programa vivo. De hecho desde que lo desarrollé ya ha tenido pequeñas modificaciones. Quiero ampliar las actividades, pero teniendo en cuenta las necesidades que voy detectando entre l@s adolescentes.

¿Cuál es la base teórica en el que está sustentado el programa?

La base teórica se inicia con una definición clara de lo que se considera violencia machista. Los medios de comunicación, las malas traducciones, etc, han provocado que muchas personas no sepan diferenciar entre violencia machista, de género, familiar… quizás es interesante unificar criterios e iniciar por aquí nuestra andadura. Se analizan algunos de los factores que favorecen las conductas y los comportamientos machistas, como el sexismo, los estereotipos, los medios de comunicación, la publicidad… y como no, se ataca de pleno a los mitos del amor romántico que tanto daño provocan y han provocado. Para que se haga una idea, en un estudio realizado por Ferrer, Bosch y Navarro en 2010, el 52,6% de l@s participantes, opinaba que en alguna parte hay alguien predestinado para cada persona, el 73% opinaba que el amor lo puede todo. Estas cifras son horribles, lo único que provoca es que l@s jóvenes tengan una enorme responsabilidad sobre sus espaldas cuando inician una relación.

Todo el proyecto se sustenta bajo teorías y estudios de más de cien equipos profesionales que se dedican a la investigación. Profesionales que pasan desapercibid@s en su labor, pero con la que otros profesionales como yo podemos apoyarnos para argumentar proyectos como este. Es una demostración más de que es necesaria la investigación y la inversión en estos equipos. Si ellos no podríamos desarrollar planes de actuación o de intervención, son nuestro pilar.

¿Podrías hacer una breve descripción del programa? ¿Cuáles son los objetivos y a quién va dirigido?

En este programa se pretende dar una visión global de qué son las violencias en las relaciones románticas entre adolescentes. Hacer que estos puedan identificar situaciones en las que están inmersas e inmersos que pueden acabar de malas maneras. Se les hace ver que los mitos del amor romántico no son otra cosa más que eso, mitos absurdos; se les enseña a identificar conductas machistas en la publicidad, en la música y, en general, en la sociedad. En el programa hay actividades que permiten identificar todas estas conductas, empoderar a las jóvenes y, sobre todo, a abrir los ojos.

El programa fue pensado con una idea muy clara, que todas y todos tuviéramos unas gafas que nos permitiesen ver lo evidente. He visto a compañeras y compañeros de profesión que hacen comentarios machistas sin darse cuenta de lo que están proyectando. Pero no lo hacen de mala fe, simplemente hemos sido educados de esa manera y no somos capaces de abrir nuestra mente a que hay cosas que, aunque se hayan hecho toda la vida, no pueden seguir así. En una ocasión, escuchaba a un famoso orador que explicaba que un día se sentó con sus alumnos en los pasillos de la facultad a puntuar a las chicas que pasaban por el pasillo. ¿Perdón?¿Qué estoy transmitiendo a mis alumnos con esta actitud? Estoy completamente seguro que no lo hizo con mala intención, porque es a lo que nos han educado –somos hombres, puntuamos a las mujeres como si fuese el ránquing de móviles del mercado-. Pues lo siento, a mi me parece una aberración. A las personas se les trata con respeto, sin puntuaciones.

Si observamos los anuncios publicitarios de la televisión podemos ver como se degrada a la mujer y como se la encasilla en papeles que todos, hombres y mujeres hemos de hacer porque tenemos los mismos derechos y obligaciones. Podemos ver mujeres dando la merienda o preparando el desayuno, madres que cambian pañales, yogures que sólo van destinados a la digestión femenina para mostrar un vientre plano…

Estas cosas, y muchas más, pasan ante nuestros ojos de manera habitual. Las tenemos tan normalizadas que no nos damos cuenta del daño que provocamos. Claro, a nadie le sorprende cuando una profesora le pregunta a un menor si su mamá no le ha hecho el bocadillo para desayunar o los típicos ejemplos que se utilizan sobre el médico y la enfermera. Hay que abrir los ojos, ver que papá puede preparar el bocadillo, la comida y la cena, además de cambiar los pañales, que podemos estar ante una doctora o un enfermero. Hay que romper con estas visiones tan heteropatriarcales.

Creo que es muy importante que las familias se involucren en romper falsas creencias, en que abran los ojos y comiencen a cambiar ciertos hábitos de casa. L@s adolescentes son clave. El programa está muy orientado a ellos porque son quienes tienen todas estas experiencias. Recuerdo a una alumna que cuando les explicaba que el móvil es un objeto privado, una zona de espacio personal se escandalizó. Decía que su novio se lo miraba a diario “porque la quería mucho”. Cuando le expliqué que era una forma de control y que quien te quiere confía plenamente en ti y no necesita mirar el móvil para estar junto esa persona, además que “es considerado una infracción grave perseguida por la ley” se quedó de piedra. Esta chica no sabía que quien decía quererla en realidad la estaba apartando de sus amistades. Su “novio” se enfadaba y recriminaba que hablase con otros chicos que no fueran él. Hacía que vistiera con tejanos todos los días porque sino era un busca rollos. Cuando esta chica supo ver que aquello era una forma de violencia tuvo la oportunidad de cambiar su vida. Pero, ¿cuántas hay que viven todas estas situaciones como algo normal que forma parte del amor romántico?

Por último, el profesorado también es una pieza importante. Pasamos muchas horas con adolescentes. Somos profesionales con una visión privilegiada. En muchas ocasiones l@s alumn@s nos explican sus incertidumbres, buscan refugio y ayuda, pero para ayudarlos tenemos que saber qué tenemos que ver. Ahí está la importancia de formar a profesionales de la educación en esta asignatura pendiente.

¿Cómo está diseñado el programa de intervención para menores?

El programa está dividido en tres grandes bloques de actuación. El primero de ellos está orientado al personal docente. En muchas ocasiones los profesionales de la educación no tenemos demasiado claro qué conductas o qué situaciones se pueden definir como machistas. Otro bloque está orientado a las familias. Se sorprendería como de normalizadas están muchas conductas machistas. Por último, y la más importante, para los y las jóvenes. Lo primero que propongo es conocer cuánto saben de violencia machista y a partir de este punto iniciamos nuestro recorrido. Analizamos la diferencia entre lo que es cultural y biológico, intentamos romper con los estereotipos, analizamos canciones antiguas y nuevas y los invitamos a descubrir qué quiere decir amor y cómo nos enamoramos. Claro, a muchos no les parece una actividad atractiva. Fíjese que he dicho a muchos, ya que esto les lleva a replantearse su masculinidad y quizás en su grupo de amigos, en su casa, etc, no esté bien visto.

El curso anterior realicé algunas de estas actividades en un centro del Baix Llobregat y los chicos salieron encantados porque descubrieron cómo se sentían sus compañeras cuando les hacían un comentario o tenían ciertas conductas sobre ellas. Los chicos, y no son excusas, no saben cómo se puede llegar a sentir una chica cuando por la calle algún desaprensivo les dice cosas o cuando le pide doce veces su número de teléfono. Por este motivo, le decía antes que el programa es un proyecto vivo. Cuando descubro estas cosas, estos detalles, aparecen nuevas actividades que iré incorporando en el proyecto.

¿Son los jóvenes cada vez más machistas?

Esta es la pregunta del millón. Profesionales de todas partes se hacen la misma pregunta. Las cifras por violencia no dejan de crecer. Por ejemplo, si observamos los datos publicados en Catalunya, por el Departament d’Interior, podemos observar que esta cifra, año a año, se supera. En 2014 se atendieron a 1653 menores (chicos y chicas), mientras que este pasado año 2018, se han atendido a 1870. Esta cifra se superó en 2015, en el que se atendieron a 1871, y posteriormente se ha mantenido más o menos estable.

Lo cierto es que no hay muchos estudios en los que se haya ido haciendo un seguimiento de si los jóvenes son más machistas o no, y los que hay son muy recientes como para comenzar a dar voces de alarma. Está claro que la generación actual de jóvenes no tolera conductas que la mujer de antes toleraba, como quedarse en casa siendo la esposa que preparaba la cena y mantenía la casa para toda la familia. Eso no quita que no sigan produciéndose otro tipo de comportamientos como el control del móvil o de las amistades.

En la macroencuesta publicada por el CIS durante el 2015, nos muestra que el 33% de los jóvenes en nuestro país veía con buenos ojos que su pareja los controlara. Otro dato importante que revela es que uno de cada cuatro adolescentes ve normal la violencia en la pareja. En el informe publicado por el Centro Reina Sofia en 2015, se afirmaba que el 80% de las y los jóvenes de entre 14 y 19 años, decía conocer o había conocido algún caso de violencia entre parejas de su edad. O el Dept. d’Ensenyament, en su encuesta sobre Convivencia escolar y seguridad de Catalunya del curso 2016-17 (realizada por el Dept. d’Interior) revela que un 30% del alumnado ha sufrido algún tipo de agresión sexual.

Viendo los datos uno puede pensar que vamos en caída libre y que hemos retrocedido en este sentido. Yo quiero ser optimista y pensar que ahora las jóvenes se atreven a denunciar más. Han aprendido a reconocer conductas que antes (nuestra generación) no era capaz de ver. Sería necesario poder realizar estudios que permitiesen analizar si estas tendencias son fruto del conocimiento que ahora tienen las chicas o si realmente los chicos se han vuelto más machistas que antes.

¿Cuando los niñ@s han crecido en ambientes machistas, ¿es posible reeducarl@s?

Nuestra sociedad es machista por naturaleza. Si cogemos un diario cualquiera, si miramos cualquier canal de televisión o si vemos una película, podemos detectar un número infinito de actos machistas. Luego, que nadie se extrañe si los niños desde pequeños actúan de esta manera. Aunque la sociedad en general tiene un papel muy importante en este sentido, desde casa podemos iniciar una reeducación.

Por suerte, y después de muchos años de lucha, ahora se ha comenzado a conseguir que los catálogos de juguetes navideños no sean tan sexistas como lo eran hace muy poco. De hecho, aún los hay que marcan las diferencias entre sus páginas, pintando de color azul o rosa el fondo de éstas para diferenciarlas. Demos un paseo por las tiendas de disfraces. No falta detalle: disfraces de camarera sexy, enfermera sexy, bombera sexy… Realmente, ¿es necesario degradar a las profesionales que realizan su labor en beneficio de nuestra sociedad? Lo peor de todo es que esto lo hemos normalizado y hay a quien incluso le hace gracia.

Tenemos que dejar que niñas y niños, simplemente, jueguen. Da lo mismo si una niña juega con coches o si un niño cocina suculentos platos de espaguetis de plastilina, lo importante es que juegue y que normalice que somos personas que podemos hacer de todo. ¿El problema? Muchos padres se escandalizan y creen que, si su hijo juega con muñecas, no será un hombre de futuro. Ya no le cuento si el pobre niño se presenta en clase de P5 con una muñeca. Fíjese, P5. En estas edades l@s niñ@s sólo deberían de pensar en jugar con lo que quieran. En cambio, hay muchas familias que desde muy pequeños, tratan a sus hijos como “super hombres”, “auténticos machos ibéricos” y claro, luego pasa lo que pasa.

La mayoría de nosotros hemos crecido en un ambiente machista. En mi casa, los chicos no tocábamos un plato, la ropa surgía de la nada en nuestros armarios planchada y lavada, quien decidía lo que se veía en la televisión era mi padre y así podría explicarle mil ejemplos. Es posible que usted u otras personas se planteen si estos detalles es machismo. La respuesta es si!!! Mi madre se levantaba a las cuatro de la madrugada para ir a trabajar y cuando volvía seguía trabajando en casa. Algo que no “veíamos” porque desde pequeños nos habían acostumbrado a normalizar esta situación.

Yo mismo llevo muchos años re educándome y seguro que sin querer cometo actos machistas. El problema es que la sociedad tampoco nos lo pone fácil. En muchas ocasiones, y con toda la lógica del mundo, las mujeres nos ven como un enemigo. Un hombre que pueda sentir empatía por lo que les pasa a las mujeres… no somos muchos, la verdad, aunque cada vez vamos aumentando en número y concienciación. Lo mismo nos ocurre con los hombres. El pensamiento vuelve a ser el mismo: hombres que entienden y defienden los derechos de las mujeres… A pesar de ello, continuamos en nuestra andadura, reeducándonos, formándonos, pero, sobre todo, incidiendo en los más jóvenes para que abran los ojos.

Si queremos que l@s niñ@s vean a otr@s niñ@s de la misma manera que pueden ser ell@s hay que empezar lo antes posible: la escuela, los institutos son un lugar clave si en casa no se comienza a reeducar a los padres y las madres. Pero si, es posible reeducarnos.

¿Cuáles cree que son los principales retos para lograr un comportamiento igualitario en los menores actualmente?

Los retos son muchos y detrás de ellos hay auténticas potencias que juegan en contra de nosotros y nosotras. La industria de la publicidad, la moda, el cine… mueven mucho dinero. ¿Cree usted que dejaran de mostrar a una mujer desnuda sabiendo que esa escena mueve más dinero y más público que si hacen una escena donde todo el mundo (sobre todo ellas) van tapadas?

Mire usted un anuncio de perfumes, algunos parecen películas eróticas, o mire cualquier anuncio de merienda para los peques. La madre es la que está allí presente. Pero no la muestran como una heroína, no, sólo aparece como eso, la madre que su obligación no es otra que cuidar de sus hijos. ¿Por qué no ponen un señor? Este es solo un ejemplo, pero podría ponerle cientos.

Desde mi punto de vista y teniendo en cuenta que por desgracia ir contra todo este mundo es imposible, nuestro reto debería de centrarse en l@s menores, en las familias, en l@s profesionales de la educación, de la sanidad… Claro, me encantaría que fuese sobre la sociedad en general, pero habrá quien me tacharía de loco. Tenemos que romper con los estereotipos, dar a conocer a las más pequeñas de la casa que no hay príncipes que vendrán a salvarlas, sino que ellas son las reinas de su vida, igual que a los pequeños, que no tienen la responsabilidad de ir salvando princesas todo el día. Hay que dar visibilidad a todas aquellas conductas machistas para que seamos capaces de verlas, de denunciarlas de decir “basta”. Tenemos que ponernos las gafas de la intolerancia ante este tipo de actos. Hemos de gritar junt@s que no vamos a permitir este tipo de conductas.

Datos adicionales

No podemos olvidar que hasta el año 2015, el Ministerio del Interior, en su macro encuesta que realizó sobre Violencia de Género, nunca antes había incluido a chicas cuya edad comprendiera a menores de 18 años.

Si nos fijamos en la franja de entre 16 y 19 años, podemos destacar que un 19.4% reconoce haber sufrido violencia psicológica de su pareja actual, mientras que un 41.9% lo dice reconocer de su ex pareja. Piense en todas esas chicas que creen que si su pareja les mira el móvil no lo consideran un tipo de violencia. ¿Sabía usted que si atendemos al censo de 2014 (20.358.827 mujeres mayores de 15 años), podríamos afirmar que 2,5 millones de ellas habrán sufrido algún tipo de violencia física o sexual? (según este informe).

Las cifras oficiales siempre varían de las que otras organizaciones ofrecen:

Centrémonos en las oficiales, para no generar polémica. En lo que llevamos de año, no llegan a dos meses, ha habido ya 7 víctimas mortales. Aunque el 2018 acabó con menos víctimas que sus predecesores, no dejan de ser muchas las muertes por este motivo. ¿No cree usted que es necesario enseñar a los y las adolescentes a prevenir este tipo de acciones?

Fíjese que los datos varían año a año. En 2015 Cataluña se situaba como una de las comunidades con menor número de víctimas por violencia de género, pero durante los siguientes años ha ido aumentando. Alguna cosa seguimos sin hacer bien, ¿no cree?

En el caso de los menores sentenciados por delito de Violencia de Género las cifras son más preocupantes. Si en el año 2016 se realizaron 161 sentencias a menores por este delito, en 2017 fueron 248, lo que representa un aumento del 54% (según datos del CGPJ, año 2017).

 

IL3

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