José Blas García y Aurelio Ruiz García. Expertos del Postgrado en Digital Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente

José Blas es maestro, psicopedagogo y profesor en UMU y Aurelio Ruiz García, miembro del Departamento de Tecnologías de la Información y la Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra.

La tecnología, ¿un camino para alcanzar la inclusión social?

9 julio 2019

La tecnología puede operar como una herramienta para diluir las desigualdades y superar brechas sociales, aunque también corre el riesgo de amplificar y profundizarlas. Por sí misma, no constituye un factor incluyente o excluyente, sino que la clave que permitirá direccionarla hacia la inclusión social está en que exista esta intención, tanto en su diseño como aplicación.

En el marco del Postgrado en Digital Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente, el webinar titulado “Tecnología, ¿Factor de inclusión o exclusión social?” propuso una reflexión en torno a las implicancias que puede tener el desarrollo tecnológico para nuestra sociedad. Allí, los expertos José Blas García, maestro, psicopedagogo y profesor en UMU y Aurelio Ruiz García, miembro del Departamento de Tecnologías de la Información y la Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra, compartieron sus experiencias y perspectivas.

El desafío de trabajar por una tecnología entendida como derecho universal, abre una serie de interrogantes, frente a los que se delinearon algunas propuestas. Así, los expertos invitaron a reflexionar sobre algunas cuestiones como ¿Qué es la inclusión?, ¿Qué elementos hacen falta para que la tecnología sea considerada un factor inclusivo?, ¿Puede, en cambio, contribuir a profundizar desigualdades?, ¿Cómo se puede potenciar la inclusión de mujeres en la creación tecnológica?, ¿Cómo puede combatirse la brecha digital?

La escuela, el punto de partida

Si la escuela es el punto de partida para los ciudadanos del futuro, es necesario que pueda brindar las herramientas necesarias para garantizar una igualdad de oportunidades de cara a las exigencias del mañana. “Es imposible que pidamos una educación social si desde la escuela no se promociona la inclusión. La escuela es el espacio y lugar donde entrenamos la convivencia, donde aprendemos a encontrar nuestro lugar en el mundo, a respetarnos a nosotros y a los demás”, ha afirmado José Blas García.

En esta línea, ha compartido su experiencia dentro del ámbito educativo en la búsqueda de un diseño universal para el aprendizaje, donde la tecnología ocupa un papel fundamental. Desde su lugar como maestro de adolesentes de 1ero y 2do año de la ESO, ha explicado que, en tanto la inclusión puede entenderse como la superación de barreras para la promoción y participación social ciudadana, los recursos tecnológicos pueden servir tanto para identificar como para superar esas barreras.

De esta manera, ha afirmado que “Si la utilizamos para dar oportunidad a que cada persona pueda encontrar a través de ella la forma de participar en cualquier actividad escolar o social y avanzar en su desarrollo personal, la tecnología puede transformarse en un factor de inclusión escolar y, con ello, también de inclusión social”.

Por su parte, Aurelio Ruiz García relató sus experiencias en torno a la implementación de programas tecnológicos en escuelas del Raval con una perspectiva de género. A partir de los mismos, su equipo de trabajo ha contribuido a zanjar las brechas en la participación de niñas en actividades vinculadas a la tecnología, incluso llegando a superar el porcentaje de niños.

Asimismo, ha remarcado la importancia de “incorporar el impacto que tiene la tecnología en la educación y, de esta manera, garantizar que todos los niños, que serán los futuros ciudadanos, tengan las herramientas adecuadas para ejercer su ciudadanía”. Para ello, considera fundamental que los educadores tengan una conciencia crítica en torno a los riesgos que pueden hacer de la tecnología un factor excluyente y perjudicial.

La conciencia en torno a los riesgos

Si se parte de la idea de que la inclusión no es inherente al desarrollo tecnológico sino que debe pensarse como un objetivo, es necesario poder trazar las estrategias necesarias para alcanzarla. En este sentido, los especialistas compartieron sus hojas de ruta y propuestas para avanzar en esta dirección.

“La tecnología, en sí misma, no es ni incluyente ni excluyente, es inocua. Pero, según el sentido que le demos a su uso, nos puede ofrecer elementos incluyentes”, ha remarcado José Blas García.

Su propuesta consiste en un diseño universal para el aprendizaje, es decir, en un plan cuyos objetivos de enseñanza son aplicables a todo el alumnado por igual. El mismo pretende potenciar las oportunidades de aprendizaje, de representación, de acción y expresión de las personas, a partir de la utilización de recursos tecnológicos que aportan al desarrollo y la comprensión de cada uno.

Por su parte, Aurelio Ruiz García ha detallado los aspectos claves del impacto tecnológico que debieran tener en consideración los educadores para que la incorporación de esa tecnología al aula pueda tener los efectos incluyentes deseados. “Las escuelas no luchan solas contra los estereotipos pero pueden hacer mucho en este sentido”, ha señalado.

En primer lugar, ha señalado el hecho de que las herramientas tecnológicas pueden contribuir a potenciar los sesgos y estereotipos y, con ello, potenciar el llamado “efecto grupo”. Asimismo, ha indicado como otro de los riesgos la “invisibilidad” de los efectos perversos, que fomentan la exclusión, ya que muchas veces no son fácilmente percibibles.

Otro de los aspectos destacados fue la “escalabilidad”, es decir, la capacidad de lograr un mayor impacto con menos recursos. Por último, ha apuntado el impacto ambiental, que suele ser mucho más pronunciado en países pobres y, con ello, la necesidad de regular el consumo exacerbado perjudicial para el medio ambiente.

¿Sabías que...?

El Postgrado en Digital Learning y Experiencias de Aprendizaje Emergente es una evolución natural del Postgrado en Diseño y Edición de Acciones Formativas Online, adaptando sus contenidos y metodología a los avances de la tecnología y del conocimiento, de la neurociencia, de las teorías psicológicas y pedagógicas, los cambios sociales, etc. En definitiva, guiar el cambio y la transformación de la nueva formación.

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