En el año 1905, un médico del Massachusetts General Hospital de Boston, el Dr. Richard Cabot, contrató a la primera trabajadora social sanitaria, Garnet Isabel Pelton. La decisión de disponer en su equipo del perfil de una trabajadora social sanitaria vino a raíz de conocer el programa de atención domiciliaria que había impulsado el Dr. William Osler en el hospital John Hopkins de Boston. En las visitas que realizaban los estudiantes de medicina a los domicilios, se interesaban por los condicionantes sociales de los pacientes y por cómo estos influían en la aparición de la enfermedad y en su recuperación.
A Garnet Isabel Pelton se le unieron otros compañeros como Ida M. Canonn o Gordon Hamilton, pioneros del Trabajo Social Sanitario (TSS), e hicieron un largo camino difundiendo la especialidad del TSS hasta el día de hoy, donde ya es indiscutible la aportación de nuestros conocimientos en la mejora de la salud de la población.
Han transcurrido más de 100 años y, aunque no vivamos en los inicios del siglo XX y no tengamos los problemas sociales con los que se encontraron nuestros pioneros, los trabajadores sociales sanitarios nos seguimos enfrentando a situaciones sociales complejas en las que es más que evidente que los determinantes sociales influyen en la aparición, evolución y recuperación de las enfermedades.
En la actualidad no disponemos únicamente de trabajadores sociales sanitarios en el ámbito hospitalario, sino que los encontramos en múltiples servicios sanitarios tales como centros de salud de atención primaria, centros sociosanitarios o en ámbitos más especializados como centros de salud mental, centros de atención y seguimiento de drogodependencias, o equipos de soporte, con particularidades del ámbito, pero con líneas de trabajo similares.
La aportación del Trabajo Social Sanitario en la atención a la salud de la población
Los trabajadores sociales sanitarios son profesionales del Trabajo Social especializados en el conocimiento de las enfermedades, la evolución de estas y las posibles afectaciones en la vida del paciente, de su familia y de su entorno. Esto supone el conocimiento de la persona en todas sus esferas: la personal, la familiar, la formativa, la laboral, la espiritual y la social, que queda recogida en la valoración social que realiza el trabajador social sanitario.
La valoración social nos permite realizar el diagnóstico social sanitario. Ahora bien, ¿qué entendemos por diagnóstico social sanitario? Encontraremos múltiples definiciones al respecto, pero nos quedaremos con la que nos facilitó otra pionera del Trabajo Social, Mary Richmond:
El diagnóstico social es el intento de hacer una definición, lo más exacta posible, de la situación y de la personalidad de un ser humano con alguna necesidad social, de su situación y de su personalidad.
La necesidad social presente estará relacionada con la enfermedad que padece el individuo. El conocimiento del diagnóstico clínico más el diagnostico social nos permitirá trabajar con una visión integral del paciente para alcanzar nuestros objetivos, con un plan de trabajo compartido con los diferentes profesionales sanitarios.
Los retos de futuro de los trabajadores sociales sanitarios
El sistema sanitario se enfrenta a nuevos retos como son el incremento de la esperanza de vida, la aparición de enfermedades crónicas e incapacitantes, el aumento de las enfermedades neurodegenerativas como las demencias, el aumento de las enfermedades del sistema cardiovascular o la discapacidad producida por daño cerebral adquirido, entre otras. Nos enfrentamos, pues, a enfermedades crónicas, de larga duración y generalmente de progresión lenta, que causan una mortalidad prematura. Estas situaciones llevan asociadas conceptos como fragilidad, dependencia y complejidad sanitaria y social.
Por lo tanto, los retos a los que nos enfrentamos requieren de profesionales formados para dar respuesta a todas las necesidades del paciente. Ahora bien, ¿cuáles son nuestros retos? A continuación se enumeran algunos de ellos:
- Ofrecer una atención centrada en la persona, individualizada y con un sistema sanitario que se adapte a sus necesidades y no a la inversa (posiblemente este sea uno de los mayores retos a los que se enfrenta nuestro sistema sanitario).
- Los profesionales del sistema sanitario deberán trabajar en equipo de forma interdisciplinar, compartiendo sus conocimientos y sus limitaciones.
- Los trabajadores sociales sanitarios deberán aumentar sus competencias y habilidades específicas para plantear planes de intervención eficientes en la mejora de la organización de la atención de los pacientes, de la implicación y cohesión de la familia en ella y en las mejoras del entorno, ya sea con mejoras en la adecuación de la vivienda o del entorno social.
- Los trabajadores sociales sanitarios constituyen el nexo de unión entre los servicios sociales y sanitarios que propicia una atención social compartida, potenciando el enfoque y la participación comunitaria, y deben conocer los diferentes modelos de atención integrada centrada en la persona.
- No se podrá olvidar la necesidad de investigación, la necesidad de continuas evaluaciones de las prácticas y de los protocolos de intervención.
- Brindar una intervención más proactiva y equitativa, con una visión de prevención de las enfermedades o de las consecuencias de esta en el paciente y su entorno.
- Avanzar hacia un modelo híbrido de diagnóstico social sanitario, donde el criterio profesional se sustente de la utilización de instrumentos de evaluación.
Las nuevas situaciones requieren de trabajadores sociales sanitarios a la altura de las necesidades de los pacientes y esto solo será posible con un trabajo de formación y de capacitación para adaptarse a las nuevas necesidades de nuestra población.
El Máster Interdisciplinar en Atención Integral a la Cronicidad del Institut de Formació Contínua-IL3 de la Universitat de Barcelona ofrece las herramientas necesarias para que los trabajadores sociales sanitarios puedan dar respuesta a los nuevos requerimientos de la atención a pacientes crónicos.