Cualquier organización vive en constante movimiento, ya sea para aprovechar las oportunidades que surgen, ya sea para intentar superar las dificultades que se le presentan. En ambos casos, la comunicación interna es un instrumento clave al servicio de las organizaciones: conseguir los objetivos empresariales, fortalecer la identidad corporativa, retener el talento interno, y facilitar la gestión de los cambios, son solo algunos ejemplos de los muchos beneficios que aporta la comunicación interna en cualquier organización.

Sin embargo, para hacer realmente una gestión eficiente de la comunicación interna es fundamental saber identificar y evitar errores frecuentes que impiden obtener su máximo rendimiento.
La lista de obstáculos puede ser muy amplia, pero los errores más frecuentes y comunes son:
- Falta de planificación. Si la comunicación interna no se planifica, no se organiza y no se evalúa, fácilmente se volverá reactiva y se centrará únicamente en ir apagando fuegos y atendiendo urgencias.
- Gestionar la comunicación interna y externa por separado. Comunicación interna y externa son dos caras distintas de una misma moneda, y aunque sus destinatarios sean distintos y sus contenidos no siempre coincidan, es clave la alineación y la coherencia entre ambas.
- Desconocimiento del público interno. Todas las personas de la plantilla forman parte de la organización, pero del mismo modo que no todas realizan las mismas funciones y roles, tampoco todas comparten los mismos intereses ni las mismas necesidades. Las diferencias culturales y generacionales también son factores a tener en cuenta, como también es importante saber que los diferentes estados emocionales (estrés, descontento, inseguridad…) pueden alejarnos de nuestros interlocutores. Es esencial mostrar sensibilidad por estas cuestiones y adaptar el contenido y el registro a cada caso.
- Incorrecta elección del canal. Cada vez disponemos de más canales de comunicación, sin embargo, no todos se gestionan del mismo modo ni sirven para comunicar los mismos contenidos. Y es que el canal es el vestido de nuestro mensaje, por ello del mismo modo que elegimos nuestra ropa en función del lugar al que vamos, debemos seleccionar los canales en función del mensaje que deseamos transmitir y al público al que nos dirigimos.
- Intoxicación. Hoy en día vamos sobrados en canales de comunicación. El verdadero reto está en el valor de lo que se dice y en la captación de la atención de los que escuchan. Por eso, en comunicación interna, muchas veces menos es más. No por comunicar mucho se comunica mejor. Al contario, lo realmente interesante es aportar valor, que aquello que se comunica responda a las necesidades y a los intereses de nuestro público interno. El riesgo de no hacerlo supone una alta probabilidad de acabar saturando al personal y relegando los mensajes de comunicación interna a la categoría de spam.
- La rumorología. La comunicación interna o la haces o te la hacen. La falta de respuestas oficiales a preguntas colectiva suelen cubrirse con los rumores, la mayoría de ellos infundados, desvirtuados o imprecisos. Los “dicen que dijeron” se propagan muy rápidamente, sin filtros de rigor ni autenticidad, pudiendo generar un ambiente tóxico en poco tiempo. Escuchar y detectarlos rápidamente es fundamental para desactivarlos a tiempo.
Para evitar cometer estos errores es esencial disponer de un plan de comunicación interna que permita hacer una gestión realmente eficiente de un recurso tan estratégico.