«Es imposible tener una medicina personalizada, predictiva y preventiva sin Big Data»

29 marzo 2017

Nuria Oliver es directora de Investigación en Ciencias de Datos en Vodafone y Chief Data Scientist en Data-Pop Alliance. Ingeniera en Telecomunicaciones y doctora por el Media Lab del MIT, es también coinventora de más de 40 patentes y ha sido la primera investigadora española en recibir el MIT TR100 Young Innovator Award o en ser nombrada Distinguished Scientist por la Association for Computing Machinery (ACM), entre otras distinciones. Hablamos con ella del impacto que el Big Data tendrá en la medicina y de cómo un futuro, que esperamos no sea muy lejano, entrará en las instituciones sanitarias haciendo evolucionar para siempre la práctica sanitaria.

¿Qué aplicaciones puede tener el Big Data y la modelización de datos en el sistema sanitario?

Tiene muchas aplicaciones desde diversos puntos de vista. Desde las aplicaciones más sencillas que tienen que ver con la digitalización y gestión de los historiales clínicos hasta sistemas capaces de hacer diagnósticos más eficientes y más efectivos. Ya vemos ejemplos como el sistema Watson de IBM. En el ámbito del bienestar, los móviles junto con los wearables y las técnicas de análisis de los datos captados por dichos dispositivos ayudarían a realizar una detección temprana de las enfermedades de manera personalizada. Otra área donde se está haciendo imprescindible es en la genética: análisis automático del ADN, de mutaciones en su secuencia, la identificación automática de patrones que puedan estar relacionados con ciertas enfermedades donde no es viable hacer un trabajo manual por la ingente cantitad de los datos involucrados. Y en la salud pública, donde ya se manejan grandes cantidades de información ya sea a partir de sus propias fuentes o incluso proveniente de otros sistemas como el censo, redes sociales, los móviles, los sensores en las ciudades (e.g. de polucion, de polen, de trafico, etc…) La agregación de datos permite diseñar políticas de atención más ajustadas a lo que necesita la población, entender mejor que correlaciones puede haber entre las características de una ciudad y el estado de salud de sus habitantes, o predecir cómo se mueve la población para modelar cómo se podría extender una pandemia, por ejemplo.

El abanico es amplio, pero ¿qué beneficios concretos aporta a la persona que la administración y las empresas utilicen Big Data?

Es imposible tener una medicina personalizada, predictiva y preventiva sin el análisis de datos. Los modelos de inteligencia artificial capaces de hacer realidad esta medicina necesitan de conjuntos muy grandes de datos a partir de los cuales se puedan entrenar los modelos. El impacto que puede tener en la calidad de vida de las personas es tremendo. El acceso a la medicina dejará de ser episódico para comenzar a ser continuado, preventivo y predictivo: el sistema sabrá sobre tu estado de salud cuando no tienes dolencia para detectar automáticamente desviaciones con relación a tu comportamiento saludable. Así se puede intervenir mucho antes incluso de que los síntomas aparezcan: la detección precoz en la mayor parte de enfermedades mejora notablemente los índices de recuperación.

Es un área emergente… Hay proyectos de investigación que consideran datos del censo como ‘el índice de felicidad’ para ver qué relación tiene con la demanda sanitaria, o en Estados Unidos, con un sistema privado, está emergiendo toda una serie de empresas de servicios para gestión y análisis de esta gran cantidad de datos.

Nuria Oliver

Nuria Oliver

¿Dónde se sitúan los límites éticos de la utilización de datos personales en el ámbito de la salud?

Los datos sanitarios son seguramente los datos más personales que existen, por lo que sin duda su tratamiento exige el establecimiento de un código ético para su uso, además de la provisión de garantías de seguridad, control de acceso y protección de la privacidad. Uno de los requisitos imprescindibles es que sean anónimos y estén almacenados siguiendo las medidas de seguridad y de control de acceso acordes. Hay algoritmos hoy en día que son capaces de analizar y extraer conclusiones a partir de datos totalmente anonimizados.

En el contexto de la medicina personalizada y preventiva, como en otras disciplinas, se debe hacer un análisis de coste/beneficio: la utilización de grandes cantidades de datos no está exenta de riesgos, pero las conclusiones a las que se puede llegar gracias a su utilización pueden tener un valor inmenso para la población. Es fundamental que haya garantías de que los datos estén adecuadamente protegidos y que los sistemas que analizarán esa información estén pensados con privacidad por diseño. También es de vital importancia que se conozcan las limitaciones de los datos, sobre todo cuando los resultados del análisis de los mismos se utilizan para la toma de decisiones, tal y como describo en este artículo.

En relación a este aspecto de la seguridad, ¿cómo recomiendas gestionarlo?

Es uno de los grandes retos. La seguridad es una carrera constante contra las amenazas. Entra de nuevo la probabilística en juego, evaluar el coste/beneficio… Hay una serie de certificaciones que ofrecen las garantías para que los repositorios y las herramientas que trabajan con estos datos tengan los máximos niveles de seguridad. Asimismo, es fundamental contar con equipos técnicos muy especializados capaces de ir actualizando los sistemas ante nuevas vulnerabilidades. Es un trabajo dinámico que permite reducir los riesgos para conseguir maximizar los beneficios del big data sanitario.

¿Qué nuevas empresas y profesiones crees que veremos nacer alrededor de la explosión del big data sanitario?

Para mí es un momento realmente emocionante. La multidisciplinariedad es cada vez más importante. La medicina y la tecnología están totalmente conectadas. La práctica médica hoy requiere que haya profesionales con diferentes áreas de expertise en los equipos, capaces de compartir conocimientos y desde donde surgen nuevas ideas y propuestas que por separado no se generarían.

Aunque tradicionalmente las universidades han dividido el conocimiento en silos, lo cierto es que el mundo real funciona de otra forma. La medicina no puede ser una ciencia aislada de otras, ya que la vida no lo es. Cada persona, cada ser humano es multidimensional y vive en un entorno concreto, con un estilo de vida determinado. Se necesita del conocimiento de diversos profesionales para poder ayudarlo. Cuanto más multidisciplinar sean los equipos, más posibilidades existirán de innovar y de tener un impacto positivo en las personas.

Por ello invito a los profesionales de la medicina a formarse en las ciencias de análisis de datos para poder incorporar las nuevas herramientas tecnológicas y hablar de tú a tú con los perfiles más técnicos. Que se interesen por la programación, por la inteligencia artificial, por las ciencias de datos, etc… Son conocimientos que les permitirán dar mejor respuesta a sus pacientes… Y a los que tienen puestos de responsabilidad en las organizaciones sanitarias, aquellos que tienen capacidad de decisión, que introduzcan cambios para comenzar a utilizar las innovaciones en los procesos y tratamientos.

¿Está el sector sanitario maduro para una evolución de este tipo?

En el sector privado hay avances. En el sector público, tiene que haber una apuesta por resolver las deficiencias más esenciales del sistema para comenzar a pensar en las innovaciones tecnológicas que haría falta incorporar. Es importante que instituciones como IL3-UB sigan apostando por formar profesionales en relación a la ciencia de datos, porque tenemos una gran oportunidad que no podemos –ni debemos—dejar pasar.

¿Crees que falta talento femenino en el ámbito STEM?

No es que lo crea. Es un hecho: hace falta. En el ámbito de la medicina puede que exista mayor presencia femenina, pero en la ‘pirámide’ de mando del sistema de salud aún no estamos representadas. Las posiciones de director de grupo de investigación o de director de hospital siguen teniendo una gran falta de diversidad de género.
En lo que se refiere al mundo tecnológico, no hay diversidad. Actualmente, si para la mayor parte de las carreras las mujeres tenemos una representación de entre el 60% y 90% del total de estudiantes, en las carreras técnicas (informática, ciertas ingenierías) no se llega ni siquiera al 20%, una cifra aún más baja de la que existía en los años 80.

Desde mi punto de vista hay dos tipos de actuaciones a realizar: tomar medidas para atraer a más niñas y adolescentes a estudiar carreras técnicas, y en segundo lugar, implementar acciones para que las mujeres que sí han hecho carreras tecnológicas y trabajan en instituciones públicas o privadas de este ámbito se mantengan en posiciones técnicas. Desgraciadamente, un gran porcentaje de mujeres cambian el foco de su desarrollo profesional a otras ocupaciones como son la gestión o el marketing. Debemos intentar que aquellas que lo deseen, puedan consolidar su trayectoria en el ámbito técnico.

Es importante actualizar los currículos educativos para que se introduzcan cuestiones como el pensamiento computacional. Igual que no se entiende que leer sea una cosa de niños o de niñas, saber de tecnología tampoco es una cuestión de géneros. Hay un reto también a nivel social, sobre qué quiere decir trabajar en tecnología y cómo son los perfiles que trabajan en empresas tecnológicas… No ayuda que los medios de comunicación, las películas, los libros o los juguetes haya una estereotipación tan grande de los géneros. También a nivel profesional, es importante tomar acciones que aseguren la diversidad. Por ejemplo, hay laboratorios que cuando queda vacante una posición de investigador principal, obligan a que se postule al menos una candidata competente para ello, y si no la hay, dejan el puesto desierto. Desde la introducción de esta medida se ha conseguido contratar a más mujeres… Porque muchas veces no tiene que ver con una cuestión de conocimientos o capacidades, sino con el hecho que la mujer tiende a ser más prudente ante el riesgo, probablemente por una combinación de factores sociales (no se anima a las niñas y adolescentes a que asuman riesgos en comparación con los niños/chicos) y evolutivos. Entonces, muchas profesionales no postulan porque piensan que no están cualificadas. Pese a que es una generalización, se ha demostrado que acciones de este tipo consiguen contrarrestar la tendencia.

Se debería hacer, además, una apuesta firme por que haya diversidad en los equipos de gestión y dirección de las empresas. Los humanos tendemos a lo que se conoce como la homofilia, nos sentimos más cómodos con personas similares a nosotros mismos. Es una actitud inconsciente. Por ello la única forma de inyectar diversidad cuando no la hay es tomando acciones para ello. Si no por inercia, los hombre seguirán rodeándose de hombres.

¿Apostar por la discriminación positiva, entonces?

Creo que por un conjunto de acciones que por una parte fomenten la diversidad y por otra parte ayuden a retener el talento femenino. Se está perdiendo muchísimo talento porque no se implementan acciones para motivarlo. No hablo de establecer cuotas como única medida. Se ha de entender el valor que aporta la diversidad y lo que se pierde al no tomar acciones que la fomenten. Es cierto que la diversidad es más difícil de gestionar, pero los resultados de equipos diversos son superiores a los de aquellos que son homogéneos en relación a la creatividad, a la capacidad productiva, a los niveles de innovación. Si se sabe gestionar, la diversidad contribuye a conseguir excelentes resultados. Algunas acciones que considero ayudarían a aumentar la diversidad de genero incluyen: incentivar/premiar a la diversidad en todos los ámbitos (en las contrataciones, en las promociones, en los equipos, en los miembros de comités de dirección, etc…); crear redes de apoyo a las mujeres; visibilizar al talento femenino dentro de las organizaciones; implementar acciones que proporcionen flexibilidad laboral –como el tele-trabajo, el horario flexible—o hacer que las posiciones –y especialmente las de liderazgo donde el porcentaje de mujeres es muy bajo—se declaren desiertas si no se presenta ninguna candidata competitiva a las mismas.

¿Cuáles crees son las claves que hacen posible alcanzar un alto nivel de generación de innovaciones en el ámbito profesional?

Desde mi punto de vista, un factor fundamental es hacer lo que te gusta. En el contexto de la investigación creo que este factores aún es más importante. Siempre digo que ser investigador es un estilo de vida, no un trabajo, ya que siempre estás pensando en el problema que estas intentando resolver, la idea que estas madurando o el proyecto que tienes en marcha. Soy afortunada de haber podido dedicarme profesionalmente a mi pasión. Los equipos con los que trabajas también son un factor importante. Es realmente motivante intercambiar puntos de vista con otros profesionales, aprender de ellos/ellas, compartir y dar respuesta a desafíos que tienen un componente social importante como es en el caso de la medicina. Pensar en global también es importante, aunque luego las acciones puedan ser a nivel local: el impacto de nuestro trabajo va mucho más allá de nuestro entorno inmediato. Si somos conscientes de ello tenemos una gran palanca para impulsar nuestras innovaciones y tener impacto positivo en el mundo.

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