Entrevistamos a Raquel Gimeno-Bayón, Psicoterapeuta integradora y terapeuta EMDR. Experta de la sesión sobre «el impacto psicológico de la COVID-19 en los profesionales» perteneciente al curso Prevención y Control de Infecciones (PCI) en la Atención Residencial y Sociosanitaria: Manejo Clínico del Paciente COVID-19.
¿Qué es el estrés postraumático y la ansiedad por la COVID-19?
El estrés postraumático es un cuadro clínico, con una duración superior a un mes, provocado por la exposición a la muerte, violencia, sufrimiento real o percibido como amenaza, y que representa un malestar clínicamente significativo o deterioro en las principales áreas de funcionamiento de la persona. Esto es, el conjunto de síntomas resultante de la vivencia —en primera persona o a través de una persona muy cercana— de un evento con un alto impacto emocional, estrés elevado y sostenido o con un impacto moderado, pero de forma repetida en el tiempo. Por ejemplo: un profesional sanitario expuesto diariamente durante la primera ola de contagios a la saturación del servicio, con falta de camas y material de protección, temiendo por su propia integridad física y la salud de los pacientes, en una situación percibida como descontrolada, podría desarrollar y experimentar, en unos meses, un desbordamiento emocional, al exponerse a alguno de los estímulos (objetos, olores, sensaciones, protocolos o experiencias anteriores) asociados al evento traumático. Así mismo, es frecuente la aparición de: recuerdos angustiosos, pensamientos intrusivos, sueños recurrentes, reacciones fisiológicas intensas relacionadas, desorientación, ansiedad, agorafobia, aumento del estado de alerta, aislamiento social y pérdida de interés general, entre otros. Las diferencias individuales en número de síntomas y su gravedad dependerán de cada persona y de su capacidad para afrontar situaciones estresantes, su grado de autorregulación emocional y la percepción de apoyo social.
¿A qué colectivos ha afectado más durante la actual pandemia del Coronavirus?
En una primera ola de contagios, podemos pensar que los más afectados han sido, por un lado, todas aquellas profesiones que, por ejercer cuidados o servicios esenciales, han estado directamente expuestos al estrés sostenido (debido a la presión laboral, las condiciones de trabajo precarias, la necesidad de una rápida adquisición de nuevos protocolos y funciones) y el miedo al contagio; así como, los pacientes ingresados, por el temor a su integridad física y los mayores, que han vivido condiciones muy duras de aislamiento en las residencias, poniéndose en peligro su integridad psicológica. El problema es que luego ha venido una segunda ola, con sus respectivas restricciones, y se espera una tercera. Entonces, el riesgo de desarrollar trastornos psicológicos y emocionales aumenta en otros colectivos como las familias que, por las consecuencias económicas que arrastra la pandemia, se ven en riesgo de abastecimiento —incluso de conservación de sus viviendas—; las personas que están «solas», los abuelos y las personas de riesgo para las que se prolongan las limitaciones de contacto social y, en general, todas aquellas personas que sufren a la hora de manejar las medidas que representan una restricción social como el uso persistente de la mascarilla y la ausencia de contacto físico.
¿El estrés postraumático tiene alguna relación con el burnout que sufren los profesionales sanitarios?
Pueden tener algunos síntomas en común como la ansiedad, la depresión y la evitación o anticipación del malestar causado por la asistencia al puesto de trabajo, entre otros. En el caso del burnout (o también conocido en español como «síndrome de desgaste profesional») el origen del estímulo que crea estrés —la asistencia al trabajo— sería la respuesta a una «sobreexigencia» o voluntad de adaptarse y cumplir eficazmente con las demandas incrementadas de trabajo con un esfuerzo intenso y sostenido o en unas circunstancias percibidas como precarias. Es decir, no tiene por qué estar relacionado con la huella o impacto emocional causado por la exposición a lesiones graves o peligro de muerte. Ahora sí, en contexto de pandemia, estas circunstancias, en algunos casos, han ido de la mano. Entonces, el momento de aparición —inicio posterior al inicio de la pandemia— y el curso del cuadro sintomático —persistencia y aparición de síntomas— sería lo que determinaría su relación.
¿Cómo se deben gestionar el estrés postraumático y la ansiedad por la COVID-19?
De entrada, la recomendación fundamental, en estos casos, sería fomentar el autocuidado. Es decir, todas aquellas conductas que, como su nombre indica, nos proporcionan algún tipo de cuidado físico o psicológico, así como aquellas que nos proporcionan placer o alivio de tensión. Por ejemplo, establecer unos horarios semanales en los que —en la medida de lo posible— tenga cabida: una buena alimentación, descanso óptimo, algún tipo de contacto social —aunque sea telemático—, la realización de alguna actividad placentera o afición y alguna rutina de ejercicio físico. Además, aquellos profesionales que, a causa de esta experiencia, padezcan alteraciones emocionales, cognitivas o conductuales que afecten de forma significativa al desarrollo de su cotidianeidad y desempeño laboral, les recomendaría contactar con profesionales de la psicología formados en trauma y terapia EMDR.
¿Cuáles son las necesidades en materia de formación ante situación de estrés y ansiedad que está viviendo el profesional sanitario?
Por un lado, es importante el incremento del conocimiento en materia de prevención y contención en contexto de la COVID-19, que ha sido una de las mayores fuentes de estrés, debido a su desconocimiento y, por lo tanto, a la ausencia de experiencia por parte de muchos profesionales en el manejo de estos pacientes. Y, por otro lado, debido a su impacto, también es importante incluir aspectos acerca del manejo emocional del paciente con la COVID-19 y del propio profesional. En esta línea, el Instituto de Formación Continua IL3 de la Universidad de Barcelona, ofrece el curso de Prevención y Control de Infecciones en la Atención Residencial y Sociosanitaria: Covid-19, con el objetivo de brindar a los profesionales sanitarios que trabajan en residencias y centros sociosanitarios las herramientas necesarias para completar su preparación en materia de prevención y cuidado de sus pacientes. Por su parte, el curso ha estado elaborado por un equipo multidisciplinar (médicos, enfermeras, técnicos en geriatría, trabajadores y educadores sociales, psicopedagogos y psicólogos) para poder atender todas esas necesidades de conocimiento de forma rigurosa, desde una perspectiva actual y basada en la experiencia de estos profesionales en sus diferentes ámbitos de trabajo en materia de la COVID-19.