¿Cómo impacta la higiene de manos en la prevención y control de infecciones comunitarias?
Muchísimo más de lo que solemos pensar. La mayoría de las infecciones que afectan a la comunidad, desde las respiratorias hasta las gastrointestinales, pueden prevenirse con una adecuada higiene de manos. No se trata solo de una medida clínica: es una herramienta poderosa de salud pública. Muchas veces asociamos la higiene de manos al entorno hospitalario, pero en realidad es una acción cotidiana que protege en casa, en la escuela, en el transporte público, en cualquier parte. Es el primer paso, y el más democrático, hacia una prevención efectiva.
Desde un punto de vista científico, ¿qué obstáculos dificultan la higiene de manos en la comunidad y qué soluciones podrían aplicarse?
Diría que hay tres grandes barreras: percepción de riesgo, accesibilidad y hábitos culturales.
Desde la ciencia sabemos que la transmisión por contacto es muy común, pero si la persona no percibe que hay riesgo real, no hay motivación para actuar. A esto se suma la falta de acceso a soluciones hidroalcohólicas en ciertos entornos y agua limpia en algunos países y, por supuesto, la influencia cultural: en muchas comunidades no existe el hábito sistemático de lavarse las manos en momentos clave. Por eso la solución no puede ser solo técnica, tiene que ser educativa y adaptada a cada contexto.
Según tu investigación, ¿qué factores influyen en la adherencia a la higiene de manos en distintos entornos y cómo pueden mejorarse?
Lo más interesante que he observado es cómo cambia la adherencia según el entorno y la percepción del «control». En hospitales, por ejemplo, la adherencia aumenta cuando hay auditorías visibles o retroalimentación directa. En la comunidad, sin embargo, todo depende del nivel de conciencia colectiva. En proyectos de asesoramiento que he desarrollado, o iniciativas con centros educativos y centros sociosanitarios, hemos comprobado que el cambio de comportamiento se logra cuando la gente ve y entiende el impacto de la higiene de manos de forma concreta.
Es fundamental enseñar con datos: mostrar cómo la simple acción de lavarse las manos reduce infecciones, hospitalizaciones o incluso días laborales perdidos. Pero también es clave hacerlo visible. Tecnologías basades en luz UV, simulaciones de fluorescencia o herramientas digitales que muestran la propagación de microorganismos a través del contacto, tienen un poder enorme para crear conciencia. Visualizar la transmisión cruzada transforma un concepto abstracto en algo tangible. La técnica importa, sí, pero el “por qué” es lo que transforma.

¿Qué medidas pueden adoptar los sanitarios e instituciones para fomentar la higiene de manos en hospitales y comunidades?
Primero, siendo ejemplo. Los profesionales sanitarios tenemos un impacto enorme cuando aplicamos lo que predicamos, incluso fuera del hospital. Segundo, comunicando de forma clara, humana y con impacto. Necesitamos campañas menos técnicas y más empáticas. Y tercero, integrando la higiene de manos en los programas escolares, laborales y comunitarios como un valor de salud colectiva. No basta con carteles en baños públicos; necesitamos una narrativa que conecte con la vida real de las personas.
¿Qué innovaciones o tecnologías están optimizando la higiene de manos y su impacto en la salud pública y comunitaria?
Sí, y algunas son realmente prometedoras. Desde dispensadores inteligentes con sensores de uso hasta apps educativas con realidad aumentada para enseñar a los más pequeños. También estamos viendo estrategias de “nudge” o empujoncito conductual: pequeñas intervenciones visuales o de diseño que mejoran el cumplimiento casi sin darnos cuenta. Ejemplo: Colocar dispensadores de gel hidroalcohólico justo en la entrada de un edificio o junto a botones de ascensor (en lugar de en un rincón) .Y por supuesto, iniciativas de co-creación con la comunidad, donde las personas no son solo receptoras de mensajes, sino protagonistas del cambio. La innovación no siempre pasa por lo digital: a veces es rediseñar una rutina con sentido.
¿Qué papel juegan programas de formación como el Máster en Prevención y Control de Infecciones en la higiene de manos como estrategia de salud pública?
Un papel fundamental. Estos programas no solo forman a expertos, sino que crean redes de profesionales con una visión común: la de la prevención como herramienta de transformación social. En mi experiencia como tutor y formador, he visto cómo la higiene de manos deja de ser “una técnica más” y se convierte en una convicción profesional cuando se comprende su impacto real. El máster da contexto, da evidencia, pero también da motivación y formación científica y actualizada. Y eso, en salud pública, es tan importante como cualquier protocolo.