Jordi Viaplana i Ferraté. Alumno del Máster en Dirección y Gestión de Centros Educativos

Soy Geógrafo y profesor de Secundaria y Bachillerato. También soy padre. Desde que acabé mis estudios he ejercido de profesor, y se me hace difícil imaginarme haciendo otra cosa que no sea enseñar. Creo en la Enseñanza y en la Escuela como una herramienta básica de transformación y mejora de la sociedad, y creo que estos dos elementos tienen que ser el pilar sobre el que se organice el resto de la sociedad.

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La jornada escolar: ¿Un debate pensado en el alumno?

13 mayo 2013

Hace algunos años, pocos, el gobierno de la Generalitat de Catalunya, en un intento de reducir la contaminación ambiental y la siniestralidad en las carreteras, decidió establecer en 80 km/hora la velocidad máxima en las vías de acceso a la ciudad de Barcelona, autopistas incluidas. La medida generó controversia, y se oyeron muchos argumentos a favor y en contra; más en contra que a favor. Había algunos muy razonables, pero el que más me sorprendió de todos fue el del colectivo de empresas de grúas de asistencia, que decían que ellos perderían negocio al haber menos accidentes y menos coches para recoger.

Por esta misma regla de tres, nos tendríamos que oponer a todo lo que signifique un avance o una mejora en nuestras vidas o en la sociedad si perjudica a algún sector de negocio; las funerarias tendrían que estar en contra de la investigación contra el cáncer, los bomberos tendrían que estar en contra que se encarcelen los pirómanos, o los fabricantes de antidepresivos tendrían que estar en contra del negocio de los balnearios.

Respecto al tema principal del presente artículo, la jornada escolar, también he oído argumentos muy “prometedores”, como decir que se perderán puestos de trabajo en empresas que prestan servicios de comedor escolar si los centros hacen jornada continua, o como decir que gente que trabaja por las tardes tendrá que contractar canguros o servicios de actividades extraescolares para que se hagan cargo de sus hijos. También se han oído otros tipos de argumentos más o menos sólidos, tanto en contra como a favor, pero ¿alguien se ha parado a pensar que es lo mejor para los alumnos y para su rendimiento académico?

Antes de debatir sobre la jornada escolar y sobre si es mejor la continua o la partida, tenemos que reflexionar sobre que papel otorga nuestra sociedad a la Escuela y a su sistema educativo. Hace muchos años que pienso que en el Estado español la Escuela es vista y concebida como una guardería, un lugar en el que podemos dejar nuestros niños y adolescentes mientras nosotros estamos en el trabajo (quien tiene la suerte de tenerlo) o hacemos otras cosas que con los hijos por casa no podríamos hacer. Sólo hace falta fijarse en la preocupación en la sociedad cuando desde el colectivo de maestros y profesores convocamos una huelga; los que son vistos como los perjudicados por la huelga no son los alumnos que ese día se quedarán sin su dosis de conocimientos y de aprendizaje, sino los padres que no pueden disponer de abuelos para quedarse con los hijos y tendrán que pedir fiesta en el trabajo o contratar una canguro.

Siempre he sido de la opinión que la Educación tiene que estar en la base de nuestras prioridades como sociedad. Hemos de tener las mejores personas y las mejor formadas trabajando en educar y formar a las nuevas generaciones. El sistema educativo tienen que organizarse de la manera más óptima para obtener el mejor funcionamiento y los mejores resultados posibles, utilizando los recursos económicos, humanos y materiales que sean necesarios, potenciando su eficiencia pero sin escatimar ni un céntimo. A partir de aquí podemos organizar el resto de la sociedad: horarios laborales, horarios del transporte público, recursos públicos destinados a otros sectores, etc… Pienso que el día que entendamos que la Educación es el pilar de cualquier sociedad, y que si esta Educación es de una excelencia extrema la sociedad va a ser su reflejo, todos saldremos beneficiados.

Para poder opinar sobre qué jornada es la más adecuada, conviene tener en consideración tres tipos de factores: los higiénico-biológicos, los psicopedagógicos y los socio-culturales. Es la consideración conjunta de los tres factores la que nos determinará cual es el mejor tipo de jornada.

Las variables higiénico-biológicas se relacionan con la curva de la fatiga y dependen, sobretodo de las edades de los alumnos y de sus capacidades de trabajo, de las condiciones físicas, ambientales y sanitarias de la escuela y de sus instalaciones. Las variables psicopedagógicas tienen que ver con la manera que tiene el centre de organizar las diferentes materias y contenidos curriculares, la forma de agrupar los alumnos, la metodología didáctica, etc… Y finalmente, las variables socioculturales son las que dependen de los hábitos, las costumbres y las circunstancias de cada comunidad local o del propio centro, como pueden ser las fiestas locales, las condiciones climáticas de la zona o la actividad económica mayoritaria entre las familias de los alumnos.

Lamentablemente, cuando se debate sobre el tipo de jornada escolar prevalecen los factores socioculturales por encima de los otros dos. Hace muchos años que el debate está abierto y aún nadie ha podido afirmar de forma rotunda y taxativa cual de las dos opciones es la mejor. Las decisiones que se toman dependen, sobretodo, de las circunstancias sociales y económicas de cada territorio.

Mi opinión siempre ha estado más cercana a una jornada escolar continua. El hecho de haber sido estudiante hasta hace relativamente poco tiempo comparado con la mayoría de mis compañeros de trabajo, combinado con mi experiencia como docente, me ha dado una serie de argumentos a favor de la jornada continua. Entre otras cosas, después de comer baja la concentración; el espacio de tiempo del mediodía es demasiado largo para un descanso entre horas lectivas. Además, el alumno tiene la sensación de haber estado todo el día en el centro, y esto influye negativamente a la hora de estudiar o hacer los deberes. Pienso que con las tardes libres, nuestros alumnos, al menos los de Secundaria, podrían aprovechar más las horas de estudio y de trabajo en casa, y combinarlo mejor con las actividades extraescolares.

Se puede pensar que una jornada lectiva continua de seis horas es demasiado larga para los alumnos, pero con dos recreos de media hora (2 horas de clase – 30 minutos de recreo – 2 horas de clase – 30 minutos de recreo – 2 horas de clase) la mañana se puede hacer bastante soportable. Además, podemos distribuir las materias de manera más óptima, poniendo las que requieren más atención en horas en que la concentración sea máxima, y aquellas que no requieren tanta, como puede ser la educación física, a últimas horas.

Sé que en muchos centros educativos de nuestro país hay mucha inflexibilidad a la hora de confeccionar los horarios, y que es una tarea complicada. Pero tan sólo hace falta un cambio de mentalidad. No es necesario hacer el mismo horario todo el curso, ni distribuir las materias en bloques rígidos de una hora, porqué esto condiciona la tarea docente al tiempo, y tendríamos que considerar el tiempo como una herramienta y un recurso a nuestro servicio, y no al revés.

A modo de ejemplo, podríamos considerar la posibilidad de establecer la jornada escolar según la época del año. A partir de finales de abril aproximadamente, hacer clase por la tarde en una aula con veinticinco adolescentes hormonados hasta las cejas, sumado a que el calor en esta época empieza a apretar, hace bastante difícil el desarrollo de una clase de Secundaria. Teniendo en cuenta esta circunstancia, a lo mejor no sería mala idea tener en consideración hacer, por ejemplo, jornada continua desde septiembre hasta principios de noviembre, y desde Semana Santa hasta junio, haciendo jornada partida el resto del curso.

Supongo que esta flexibilidad en la propuesta no sería bien vista por una gran parte de la sociedad, ya que haría organizar los padres de manera diferente a lo largo del curso. Además, muchos sectores inmovilistas de la Educación verían un “follón” el tener que rehacer los horarios de los docentes y de los estudiantes dos veces cada curso. Y muchos docentes verían en estas medidas un ataque a sus derechos laborales.

Pero como decía anteriormente, el debate aún está abierto y nadie ha podido determinar qué tipo de jornada es la más adecuada. Para empezar, en mi argumentación a favor de la jornada continua ha faltado la valoración de la variable sociocultural, sin tener en cuenta la tipología de las familias ni tampoco las condiciones climáticas de la zona, entre otras cosas. Lo que sí que he tenido en cuenta han sido las edades de los alumnos y sus capacidades de trabajo, y he pensado, de acuerdo con mi experiencia, en el rendimiento de los alumnos y en sus posibles resultados académicos.

A partir de ahora, cuando opinemos sobre temas referentes a la Educación, escuchemos a los expertos y a los profesionales, sacudámonos los perjuicios y las ideas preconcebidas, abramos la mente y seamos flexibles y, sobretodo, pensemos en las necesidades de nuestros niños y adolescentes. Pongamos la Educación al sitio que le corresponde. Pongamos la Educación en la cúspide de nuestra pirámide de prioridades como sociedad.


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5 Comentarios

masdjruhfru

creo que es muy temprano y las perzonas deben dormir por lo menos 8 a 9 horas y no da el tiempo por en la mañana duelen muchos los ojos y hay mucho cansancio

Felix

Buenas tardes

Qisiera preguntar si existe algún tipo de «legislación» o recomendación sobre el máximo de horas que el alumnado de primaria puede permanecer en el centro escolar.

Nos encontramos con personas de 7 años que, entre guarda matinal, clase, comedor y extraescolares permanece en el centro más de 9 horas.

Muchas gracias.

Alexis Okretic Baza

No tengo la menor duda que en la cultura predominante, respecto al sistema educativo, se ponen en la balanza cuestiones ajenas al punto concreto, que es perseguir las mejores vías para lograr el mejor rendimiento académico del alumnado. Pero esto último también deberíamos, por que no, matizarlo: el mejor rendimiento académico del alumnado es en el que todos los alumnos (no solo algunos) terminan el curso sabiendo los contenidos. Y una cosa más para matizar: tenemos evidencias de años, que las calificaciones logradas (que certificarían el nivel de rendimiento) no se corresponde con los conocimientos que el alumnado acumula para el futuro.
Sin duda, como dice Jordi, nos encontramos con la concepción de «guardería» por gran parte de las familias, pero enfoquemonos también en el lugar y el nivel de participación que la escuela dá a las familias dentro del sistema educativo. Sigue existiendo esa linea divisoria en la puerta del colegio, que más que linea es un escalera con estratos de poder. «De la puerta hacia allí, ustedes. De la puerta hacia aquí, nosotros» dicen tanto el personal docente como las familias, cada cual en un lado de la puerta. Y el alumnado en el medio, tironeado.
Existe de un tiempo a esta parte el concepto de «Comunidades de Aprendizaje», que lejos de ser un experimento, es la forma de organización de las aulas cuyas acciones educativas evidencian mayores éxitos según la comunidad científica en el área de educación. ¿Y de que se trata todo esto? Pues justamente de que el centro educativo se convierte en el centro de aprendizaje, más allá de sus tareas escolares, con la participación del alumnado, de la familia y de la comunidad: Solo es posible la participación cuando se da voz de forma igualitaria a todas las personas. Entonces podemos hablar de construcción del conocimiento por medio del diálogo. EL DIALOGO. Si nos ponemos a pensar: ¿que grado de valor tiene el diálogo en nuestra vida social actualmente? ¿no deberíamos apostar por una nueva generación de ciudadanos que sepan construir por medio del diálogo? ¿o seguiremos con los estratos de poder donde la dinámica es que uno DÉ ÓRDENES y otros OBEDEZCAN? Si queremos tener un alumnado obediente, sigamos así. Si queremos tener un alumnado que adquiera responsabilidad, cambiemos ya. La obediencia NO ES responsabilidad. Analicémoslo: una persona que obedece no es responsable de su acto, ha obedecido. (Así se han salvado de la carcel los militares que secuestraron y torturaron durante la dictadura militar Argentina, con la ley de la «obediencia debida», es decir: NO FUERON RESPONSABLES PORQUE OBEDECÍAN).
Los invito a googlear los siguientes tags: «comunidad de aprendizaje» «aprendizaje dialogico» «grupos interactivos» «tertulias literarias dialógicas» «escuela inclusiva».

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Está claro que las prioridades han de ser el alumnado y sus necesidades educativas. Pero también que es necesario que la escuela sea compatible con las obligaciones de los padres, principalmente profesionales. El problema es que los que votan son los padres y no los niños, con lo que los políticos priorizan hasta extremos ridículos las necesidades de los padres. En andalucía se ha ampliado el calendario escolar adelantando el comienzo y uno de los argumentos que se esgrimen es que era necesario porque los padres no tienen con quien dejar a los niños. ¿Se convierte así una escuela en una guardería?

antonia toscano

Después de llevar mucho tiempo trabajando en la enseñanza, de haber tenido dos hijos y con toda la experiencia acumulada, coincido en que los criterios deben ser siempre sobre la base de que sea lo mejor para los alumnos, pero no estoy segura de que lo mejor para ellos sea la jornada continua porque:
-Se levantan demasiado temprano : están dormidos y no han desayunado.
-Están demasiadas horas seguidas manteniendo la atención o con la obligación de mantenerla
-Los horarios no se suelen hacer tampoco con criterios pedagógicos, por lo que no se distribuyen las materias para que se desarrollen en los momentos más adecuados y las últimas horas son terribles.
-No posibilita un horario de comidas saludable.
Por todo ello, creo que es a los profesores a los que más beneficia la jornada continua, pero esto ni siquiera es políticamente correcto decirlo.

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